Ganador Premio a la trayectoria gastronómica

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PREMIO

A LA TRAYECTORIA GASTRONÓMICA

«Teniendo en cuenta las situaciones tan difíciles que está viviendo el sector, el principal estímulo general es poder trabajar. Puedes tener grandes ideas, pero sin clientes nada es posible. Todo el negocio gira en torno a ellos y hacer visible el significado del sector como enganche social es en estos momentos importantísimo. Necesitamos recuperar ilusiones y estos galardones son una demostración de esperanza para un sector que necesita volver a la vida».

Enrique Torguet, responsable de Comunicación y Marketing de Ambar.

Casa Montal: "Siempre hemos trabajado para dar calidad y cercanía"

Con un siglo de vida a sus espaldas, en Casa Montal conocen muy bien las vicisitudes del mundo gastronómico. Una exitosa andadura que comenzó en 1919 como tienda de alimentación y que ha hecho a este histórico establecimiento de la calle de la Torre Nueva de la capital aragonesa merecedor del Premio Ambar a la Trayectoria Gastronómica de los galardones Con Mucho Gusto que otorga HERALDO.

«El reconocimiento supone un auténtico orgullo, y más ahora en estos tiempos tan difíciles», valora Nacho Montal, al frente del negocio junto a su prima María. Ellos son la cuarta generación de un proyecto familiar que ha hecho de «la calidad, la cercanía, la atención personalizada y una gran capacidad de adaptación» sus principales señas de identidad hasta convertirse en un verdadero referente del mundo de la gastronomía y la cultura de la ciudad.

«Nosotros empezamos siendo una tienda de ultramarinos. Con el paso de los años, fuimos creciendo, transformándonos y diversificando el negocio, para que si una línea fuese mal se pudiese compensar con otra. A lo largo de todo este tiempo han cambiado mucho las demandas y las necesidades del consumidor, por lo que hemos tenido que ir adaptándonos continuamente», apunta Montal.

Entre los hitos de la empresa, destaca el proyecto del patio renacentista del edificio que ocupa Casa Montal, en el que se encuentra el restaurante, que se inauguró en 1990. Antes, en la década de los ochenta, ya fueron pioneros en ofrecer servicios de cáterin y elaborar platos preparados en Zaragoza, así como charlas, degustaciones, desfiles y exposiciones culturales en sus instalaciones. «Asimismo, abrimos una terraza generando un nuevo espacio en la ciudad en un entorno tan agradable como el que ofrece la plaza San Felipe, una de las más bonitas», apunta el responsable del establecimiento.

Un negocio histórico que se ha ganado a pulso el reconocimiento por parte de su clientela. «Tenemos un público fiel que ha ido pasando de abuelos a padres y de estos a sus hijos, pero seguimos trabajando por ampliar la clientela», resume Montal.

En cuanto al futuro, desde el establecimiento se marcan «sobrevivir». «No podemos aspirar a otra cosa hoy por hoy más que a apretar los dientes y aguantar el chaparrón. A la hostelería desgraciadamente nos ha caído buena parte de la problemática por la pandemia y estamos atados de pies y manos. Por eso pedimos ayudas reales y no limosna», concluye el dueño.